viernes, 27 de enero de 2012

ATARDECER por Ernestina de Champourcin

[Poeta española nacida en Vitoria, Alava, en 1905. Su infancia transcurrió en Madrid donde además de cursar sus estudios se inició en la poesía y contrajo matrimonio con Juan José Domenchina, poeta también y secretario durante la guerra del presidente Manuel Azaña. Fue discípula de Juan Ramón Jiménez y estuvo unida por estilo y amistad a los poetas de la Generación del 27. De su obra hacen parte: «En silencio» 1926, «Ahora» 1928, «La voz en el tiempo» 1931 y «Cántico inútil» 1936. En 1939 partió a México donde publicó posteriormente, «Poemas del ser y del estar» 1972, «Huyeron todas las islas» 1988, y tras algunas antologías, un libro al filo de sus 90 años, «Del vacío y sus dones» en 1993 y «Presencia del Pasado» en 1996. Sólo a partir de 1989 se inició el reconocimiento de su obra, con galardones tan importantes como el premio Euskadi de Poesía,  el Premio Mujer Progresista y la nominación al Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 1992, y la Medalla al Mérito Artístico del Ayuntamiento de Madrid en 1997.Murió en Madrid en marzo de 1999.

(Tomado prestado de A media voz)]



Barrio silencioso, encharcado y triste;
Un vejete sucio
fuma la colilla de la tarde gris
en su pipa rota.
Niñas mariposas vuelan en citroen al baile del Ritz.

Sumerge un fanal su marcha de aceite
en el turbio espejo de los aguazules.
Juegan dos parejas
a quererse siempre
dibujando besos que se lleva el aire.

El vejete logra rellenar su pipa
con el vellón suave
que teje la niebla...
Los autos persiguen, borrachos de prisa
un jazz que devora su propia estridencia.



Lienzo de Lyubov Popova

viernes, 20 de enero de 2012

LA SEÑORITA ETCÉTERA (fragmento) por Arqueles Vela

[Arqueles Vela, el gran prosista del estridentismo mexicano, nació en 1899, según algunos en Tapachula, Chiapas y según otros en Guatemala. Lo cierto es que asistió a la escuela primaria en Guatemala. Fue maestro y periodista en los diarios mexicanos El liberal y en El Universal Ilustrado. Su primera publicación fue un libro de poemas titulado El sendero gris y otros poemas inútiles aunque quizá se le conozca más por relatos cortos como La Señorita Etcétera o El café de nadie, este último inspirado en las reuniones con otros estridetistas como Maples Arce o List Arzubide en el Café Europa de la capital de México. Murió en el D.F. en 1977. 

Como sus obras son muy difíciles de conseguir, al menos en España, se me ha ocurido subir un documento pdf con algunos de sus relatos aquí.]




Desnudo bajando una escalera por Marcel Duchamp


Ya tenía mucho tiempo de vivir en la ciudad y no conocía nada de la ciudad. Apenas si conocía algo del cuarto que ocupaba en el hotel.

Al principio tuve intención de pagar, en una casa de huéspedes mediocre, un mes de vida... Las súbitas impresiones me llenaron de penumbra el cerebro y no pude hacerlo. Tomé un cuarto en el hotel más lujoso de la ciudad. Un cuarto que jamás utilicé, porque pasaba los días y las noches en lugares inusitados.

No me sentí vivir en el hotel sino cuando ella penetró, con sus pasos medidos, en el ascensor.

Subíamos lentamente y tan irreales como ese humo que enferma la garganta de las chimeneas...

La vida casi mecánica de las ciudades modernas me iba transformando. Mi voluntad ductilizada giraba en cualquier sentido. Me acostumbraba a no tener las facultades de caminar conscientemente. Encerrado en un coche me paseaba sonambúlico por las calles.

Yo era un reflector de revés que prolongaba las visiones exteriores luminosamente hacia las concavidades desconocidas de mi sensibilidad. Las ideas se explayaban convergentes hacia todas las cosas. Me volvía mecánico. 

Me conducían las observaciones  puestas en cada uno de los objetos que usaba.

Cuando el ascensor concluyó de desalojarnos y me encontré frente a ella y la observé detenidamente, me estupefacté de que ella también se había mecanizado. La vida eléctrica del hotel nos transformaba.

Era en realidad, ella, pero una mujer automática. Sus pasos armónicos, cronométricos de figura de fox trot, se alejaban de mí, sin la sensación de distancia; su risa se vertía como si en su interior de desenrollara una cuerda dúctil de plata, sus miradas se proyectaban con una fijeza incandescentes.

Sus movimientos eran a líneas rectas, sus palabras las resucitaba una delicada aguja de fonógrafo... Sus senos temblorosos de "amperes"...

Ya en el diván de sus cuarto comenzamos a recordar las mismas cosas de siempre...

Nos escuchábamos ambos desde lejos. Nuestros receptores interpretaban silenciosamente, por contacto hertziano, lo que no pudo precisar el repiqueteo del labio.

Me sentí asido a sus manos, pegado a sus nervios, con la aferración de polos contrarios.

Las insinuaciones de sus ojos eran insostenibles; yo los asordinaba con una pantalla opalescente.

Cuando ella desató su instalación sensitiva y sacudió la mía impasible, nos quedamos como una estancia a obscuras, después de haberse quemado los commutadores de espasmos eléctricos...

Ella había llegado a ser un APARTMENT cualquiera, como esos de los hoteles, con servicio "cold and hot" y calefacción sentimental para noches de invierno...

jueves, 12 de enero de 2012

RELOJ por José de Ciria y Escalante

[De José de Ciria y Escalante, una fugaz sombra en la poesía de los años veinte, han quedado unos pocos poemas, muy de época, y el conmovedor memento de un soneto de Lorca («delicado giocondo, amigo mío»). César González-Ruano traza de él esta rápida viñeta: «José de Ciria, santanderino, murió muy joven, era rico y vivía con su guapísima madre, Lola Escalante, en el Hotel Palace». Guillermo de Torre, en su obra Literaturas europeas de vanguardia, lo encuadra entre «los ultraístas de secuencia creacionista». Y añade: «Este malogrado compañero, arrebatado cruelmente a la vida en sus floridos veinte años, publicó escasos poemas, recopilados póstumamente por los que fuimos sus amigos. A los diecisiete años, "con la corbata azul de las ilusiones sobre el pecho y bien apercibido el rifle de las imágenes" [...], compuso delicados poemas que muestran su fresca sensibilidad y la buena puntería de un cazador lírico». En 1920 codirigió el primer y único número de la revista Reflector.


(Tomado prestado de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes)]


La madre abadesa
reza
con voz de estrella
Las novicias se han dormido
soñando
con los trasnochadores
La pantalla cinematográfica
aborta
un paisaje lunar
Y en lo alto del FARO
el torrero y su novia
se dan un beso en la boca
Los luceros agitan
las campanillas


"Ritmo coloreado" de Sonia Delaunay