[De José de Ciria y Escalante, una fugaz sombra en la poesía de los años veinte, han quedado unos pocos poemas, muy de época, y el conmovedor memento de un soneto de Lorca («delicado giocondo, amigo mío»). César González-Ruano traza de él esta rápida viñeta: «José de Ciria, santanderino, murió muy joven, era rico y vivía con su guapísima madre, Lola Escalante, en el Hotel Palace». Guillermo de Torre, en su obra Literaturas europeas de vanguardia, lo encuadra entre «los ultraístas de secuencia creacionista». Y añade: «Este malogrado compañero, arrebatado cruelmente a la vida en sus floridos veinte años, publicó escasos poemas, recopilados póstumamente por los que fuimos sus amigos. A los diecisiete años, "con la corbata azul de las ilusiones sobre el pecho y bien apercibido el rifle de las imágenes" [...], compuso delicados poemas que muestran su fresca sensibilidad y la buena puntería de un cazador lírico». En 1920 codirigió el primer y único número de la revista Reflector.
(Tomado prestado de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes)]
La madre abadesa
reza
con voz de estrella
Las novicias se han dormido
soñando
con los trasnochadores
La pantalla cinematográfica
aborta
un paisaje lunar
Y en lo alto del FARO
el torrero y su novia
se dan un beso en la boca
Los luceros agitan
las campanillas
"Ritmo coloreado" de Sonia Delaunay