[Poeta y narrador español, nacido en Sevilla en 1890, y fallecido en fecha y lugar desconocidos. Fue hermano de otro escritor, Bernardo Raida, de cuya obra sólo han quedado un par de artículos publicados en la revista sevillana Grecia.
Tampoco se recuerdan muchos datos acerca de la circunstancia biográfica de Pedro Raida, aunque, a diferencia de lo ocurrido con la producción creativa de su hermano, han llegado hasta nuestros días casi todas las obras literarias y periodísticas que dio a la imprenta. Entre los escasos detalles conocidos acerca de su vida, tal vez el más destacable sea el que le sitúa al frente de la administración de la mencionada revista Grecia alrededor de 1920, en los tiempos en que mayor auge alcanzó en la capital andaluza la implantación de una de las corrientes vanguardista que por aquel entonces triunfaban en Europa: el ultraísmo. En efecto, Pedro Raida formó parte del célebre grupo Ultra, en el que se congregaron algunos autores de la talla de Rafael Cansinos-Assens, Adriano del Valle, Pedro Garfias, Rogelio Buendía, Pedro Luis de Gálvez y Rafael Lasso de la Vega, y junto a ellos asumió la arriesgada misión de introducir las nuevas estéticas vanguardista en la anquilosada poesía española de los primeros años del siglo XX, todavía excesivamente deudora de un romanticismo trasnochado y un modernismo amanerado y tardío.
Además de esta labor histórica en la evolución de la literatura española contemporánea, Pedro Raida dejó varios artículos impresos en los medios de comunicación de su entorno geo-cultural, como el rotativo El Liberal (donde publicó un fragmento de su obra poética Justicia) y la revista Gaceta del Sur (donde vieron la luz sus composiciones en verso tituladas "Y otra vez...", "Redención", "Silencio", "La Feria de Sevilla" y "Edelmira Blanco"). Pero donde realmente dejó las mejores y más abundantes muestras de su concepción teórica sobre la poesía y de su propio quehacer lírico fue en la citada revista Grecia, auténtico cauce de expresión (junto con la revista Gran Gvignol) del grupo Ultra sevillano. Allí, junto a algunas prosas poéticas de acusada influencia modernista (como "Roxana" y "Las llamas en danza", donde pueden leerse fragmentos del siguiente tenor: "Hay una zambra de colores en la noche lucípara, y de ortos púdicos en la gruta habitada de flores parlantes"), aparecieron multitud de caligramas, juegos poéticos tipográficos y, en general, coloridas variantes de la escritura ultraísta de Pedro Raida. Entre estos poemas, conviene recordar los titulados "Confesión", "Los jardines de Santa Cruz", "La ciudad flotante", "A Rafael Cansinos-Assens", "Saudade viril", "Donaire", "Azul", "Fuerza bruta", "En el parlamento de las horas", "Rosas", "Esclavitud", "En las noches...", "Oh, mis tiempos de falda corta y automóvil", "A Emelina", "A ti, por ti, para ti", "¡Antonia!", "El futuro nido", "Mercedes", "¿Por qué?", "Pensamiento azul" y "Pararrayos". De este último poema proceden los versos siguientes, plasmación manifiesta de los más rigurosos postulados ultraístas: "Las estrellas desquician sus nervios, / temblores y crepitaciones cósmicas. // Mi rubia loca / estrangula sus perfumes. / Mi rubia loca / no la baña el sol / ni el vino de marfil. // Paroxismo de ametralladoras / en trincheras de plomo. / El cielo acamado / con dolores de infierno [...]".
Entre 1924 y 1927, ya clausurada la brillante andadura cultural de Grecia, Pedro Raida se hizo cargo de la Secretaría y la Administración de otra publicación literaria, la revista Oromana, de la localidad sevillana de Alcalá de Guadaira.
Entre sus obras impresas en forma de libro, conviene recordar los poemarios Regeneración (Sevilla, 1909) y Mercedes (Sevilla, 1920), este último impregnado de esa atrevida estética ultraísta que Pedro Raida anticipó en las páginas de Grecia. Además, el escritor hispalense dio a la imprenta también una narración breve, titulada Novio en Sevilla, que él mismo definió como "cuento representable". Con la llegada de la madurez se fue volcando hacia el cultivo de la narrativa extensa, género en el que dejó dos novelas dignas de recuerdo: Un belmontista y Amor y tiempo de poetas en guerra total (1955).
FUENTE: texto extraído de www.mcnbiografias.com ]
Tampoco se recuerdan muchos datos acerca de la circunstancia biográfica de Pedro Raida, aunque, a diferencia de lo ocurrido con la producción creativa de su hermano, han llegado hasta nuestros días casi todas las obras literarias y periodísticas que dio a la imprenta. Entre los escasos detalles conocidos acerca de su vida, tal vez el más destacable sea el que le sitúa al frente de la administración de la mencionada revista Grecia alrededor de 1920, en los tiempos en que mayor auge alcanzó en la capital andaluza la implantación de una de las corrientes vanguardista que por aquel entonces triunfaban en Europa: el ultraísmo. En efecto, Pedro Raida formó parte del célebre grupo Ultra, en el que se congregaron algunos autores de la talla de Rafael Cansinos-Assens, Adriano del Valle, Pedro Garfias, Rogelio Buendía, Pedro Luis de Gálvez y Rafael Lasso de la Vega, y junto a ellos asumió la arriesgada misión de introducir las nuevas estéticas vanguardista en la anquilosada poesía española de los primeros años del siglo XX, todavía excesivamente deudora de un romanticismo trasnochado y un modernismo amanerado y tardío.
Además de esta labor histórica en la evolución de la literatura española contemporánea, Pedro Raida dejó varios artículos impresos en los medios de comunicación de su entorno geo-cultural, como el rotativo El Liberal (donde publicó un fragmento de su obra poética Justicia) y la revista Gaceta del Sur (donde vieron la luz sus composiciones en verso tituladas "Y otra vez...", "Redención", "Silencio", "La Feria de Sevilla" y "Edelmira Blanco"). Pero donde realmente dejó las mejores y más abundantes muestras de su concepción teórica sobre la poesía y de su propio quehacer lírico fue en la citada revista Grecia, auténtico cauce de expresión (junto con la revista Gran Gvignol) del grupo Ultra sevillano. Allí, junto a algunas prosas poéticas de acusada influencia modernista (como "Roxana" y "Las llamas en danza", donde pueden leerse fragmentos del siguiente tenor: "Hay una zambra de colores en la noche lucípara, y de ortos púdicos en la gruta habitada de flores parlantes"), aparecieron multitud de caligramas, juegos poéticos tipográficos y, en general, coloridas variantes de la escritura ultraísta de Pedro Raida. Entre estos poemas, conviene recordar los titulados "Confesión", "Los jardines de Santa Cruz", "La ciudad flotante", "A Rafael Cansinos-Assens", "Saudade viril", "Donaire", "Azul", "Fuerza bruta", "En el parlamento de las horas", "Rosas", "Esclavitud", "En las noches...", "Oh, mis tiempos de falda corta y automóvil", "A Emelina", "A ti, por ti, para ti", "¡Antonia!", "El futuro nido", "Mercedes", "¿Por qué?", "Pensamiento azul" y "Pararrayos". De este último poema proceden los versos siguientes, plasmación manifiesta de los más rigurosos postulados ultraístas: "Las estrellas desquician sus nervios, / temblores y crepitaciones cósmicas. // Mi rubia loca / estrangula sus perfumes. / Mi rubia loca / no la baña el sol / ni el vino de marfil. // Paroxismo de ametralladoras / en trincheras de plomo. / El cielo acamado / con dolores de infierno [...]".
Entre 1924 y 1927, ya clausurada la brillante andadura cultural de Grecia, Pedro Raida se hizo cargo de la Secretaría y la Administración de otra publicación literaria, la revista Oromana, de la localidad sevillana de Alcalá de Guadaira.
Entre sus obras impresas en forma de libro, conviene recordar los poemarios Regeneración (Sevilla, 1909) y Mercedes (Sevilla, 1920), este último impregnado de esa atrevida estética ultraísta que Pedro Raida anticipó en las páginas de Grecia. Además, el escritor hispalense dio a la imprenta también una narración breve, titulada Novio en Sevilla, que él mismo definió como "cuento representable". Con la llegada de la madurez se fue volcando hacia el cultivo de la narrativa extensa, género en el que dejó dos novelas dignas de recuerdo: Un belmontista y Amor y tiempo de poetas en guerra total (1955).
FUENTE: texto extraído de www.mcnbiografias.com ]
Las estrellas desquician sus nervios,
temblores y precipitaciones cósmicas.
Mi rubia loca,
estrangula sus perfumes.
Mi rubia loca,
no baña el sol ni el vino de marfil.
Paroxismo de ametralladoras
en trincheras de plomo.
El cielo acamado
con dolores de infierno.
Mi rubia loca
espasma sus ojos,
en los ojos de un blanco chalet
dormido sobre verdes y rosales.
Horrísono ensañamiento de morteros.
Guerrero fragoroso
desacierta el arco;
se trunca sobra la tierra
la flecha de rojas guarniciones
y filos destructores.
Mi rubia loca
viste la muerte.
El centinela de tres puntas
retuerce el cuello
de la serpiente de fuego.
¡Choque sublime
de la energía omnipotente!
El centinela de tres puntas
abre nueva fosa
en el cementerio de los triunfos.
Mi rubia loca
se incauta de la vida.
El centinela de tres puntas
se duerme calando cien mil bayonetas.