[Poeta, ensayista y traductor ecuatoriano nacido en Quito en 1903.Es una de las figuras más descollantes de la poesía ecuatoriana del siglo XX. Su obra, rica en metáforas descriptivas, recibió una fuerte influencia de su estadía en diferentes países donde ejerció la diplomacia. Hizo parte del grupo literario «La Idea» y fue uno de los iniciadores de la renovación lírica en latinoamérica con un importante aporte a la vanguardia. Entre sus obras se destacan: «El estanque inefable» en 1922, «La guirnalda del silencio» en 1926, «La hora de las ventanas iluminadas» en 1937, «Familia de la noche» en 1953 y «Floresta de los guacamayos» en1964. Fue además autor de numerosos ensayos y traducciones publicados en diversas revistas de habla hispana. Recibió el Premio Nacional de Cultura en 1977 y falleció un año después.
Extraído de A media voz]
Te vuelves vegetal a la orilla del tiempo.
Con tu copa de cielo redondo
y abierta por los túneles del tráfico,
eres la ceiba máxima del Globo.
Suben los ojos pintores
por tu escalera de tijera hasta el azul.
Alargas sobre una tropa de tejados
tu cuello de llama del Perú.
Arropada en los pliegues de los vientos,
con tu peineta de constelaciones
te asomas al circo
de los horizontes.
Mástil de una aventura sobre el tiempo.
Orgullo de quinientos treinta codos.
Pértiga de la tienda que han alzado los hombres
en una esquina de la historia.
Con sus luces gaseosas,
copia la vía láctea tu dibujo en la noche.
Primera letra de un abecedario cósmico,
apuntada en la dirección del cielo;
esperanza parada en zancos;
glorificación del esqueleto.
Hierro para marcar el rebaño de nubes
o mundo centinela de la edad industrial.
La marea del cielo
mina en silencio tu pilar.
Extraído de A media voz]
Te vuelves vegetal a la orilla del tiempo.
Con tu copa de cielo redondo
y abierta por los túneles del tráfico,
eres la ceiba máxima del Globo.
Suben los ojos pintores
por tu escalera de tijera hasta el azul.
Alargas sobre una tropa de tejados
tu cuello de llama del Perú.
Arropada en los pliegues de los vientos,
con tu peineta de constelaciones
te asomas al circo
de los horizontes.
Mástil de una aventura sobre el tiempo.
Orgullo de quinientos treinta codos.
Pértiga de la tienda que han alzado los hombres
en una esquina de la historia.
Con sus luces gaseosas,
copia la vía láctea tu dibujo en la noche.
Primera letra de un abecedario cósmico,
apuntada en la dirección del cielo;
esperanza parada en zancos;
glorificación del esqueleto.
Hierro para marcar el rebaño de nubes
o mundo centinela de la edad industrial.
La marea del cielo
mina en silencio tu pilar.