[Serafín Delmar (1901-1980), de verdadero nombre Reynaldo Bolaños, fue un poeta, periodista y luchador social peruano. Fue uno de los directores de trampolín-hangar-rascacielos-timonel, revista poética de la vanguardia peruana, entre 1926 y 1927. Fue desterrado de Perú junto a su compañera Magda Portal, otra figura destacable de la vanguardia del país andino, y viajó por Centroamérica México y Chile. A su regreso en Perú en 1930 dirige Apra, la primera revista aprista (socialista) peruana. Debido a su actividad política fue condenado en 1932 a 20 años de cárcel. Su poesía combina las preocupaciones sociales y la experimentación de corte futurista. Algunos títulos destacados: Los espejos envenenados (1926), Radiogramas del Pacífico (1927), El hombre de estos años (1929).]
en la ciudad
suenan los pitos de las fábricas
i los obtreros manchados de acero
proyectan sus sombras miserables
a la rústica cabaña de HAMBRE
los tranvías
por las calles escoltando los edificios
se llevan nuestra esperanza
i los automóviles persiguen nuestras
vidas trizadas de obreros incendiados
en el fuego de los motores eléctricos
los hilos
del pensamiento transmiten las ideas
del dinero a los bancos donde
nos vendieron los MAYORES
en las calles
vestidas de polvo se deshace el sol
i gritan los diarios en el bolsillo
de los transeúntes como apaches recién
desembarcados de grandes trasatlánticos
ciudad de acero
ciudad de fuerza donde golpeamos los años
con el fierro pavonado del futuro en las
calles abiertas de miseria para nuestros
ojos enfermos de tragedia
ciudad de los music's halls
donde la lujuria resbala por la bocas
cementerio de vida -por donde lame
la sombra de nuestra tumba
el lujo de los monarcas- la extravagancia
de los tiranos -la fiebre del militarismo
que nos pagan sangrando el corazón
con la misma espada que hicimos
CIUDAD
yo también soy obrero de dios
i que no se apague la lámpara de mi
camino
JUVENTUD
para el gran abrazo universal
que traerá sobre nuestros hombros
seis continentes con r u s i a
en la ciudad
suenan los pitos de las fábricas
i los obtreros manchados de acero
proyectan sus sombras miserables
a la rústica cabaña de HAMBRE
los tranvías
por las calles escoltando los edificios
se llevan nuestra esperanza
i los automóviles persiguen nuestras
vidas trizadas de obreros incendiados
en el fuego de los motores eléctricos
los hilos
del pensamiento transmiten las ideas
del dinero a los bancos donde
nos vendieron los MAYORES
en las calles
vestidas de polvo se deshace el sol
i gritan los diarios en el bolsillo
de los transeúntes como apaches recién
desembarcados de grandes trasatlánticos
ciudad de acero
ciudad de fuerza donde golpeamos los años
con el fierro pavonado del futuro en las
calles abiertas de miseria para nuestros
ojos enfermos de tragedia
ciudad de los music's halls
donde la lujuria resbala por la bocas
cementerio de vida -por donde lame
la sombra de nuestra tumba
el lujo de los monarcas- la extravagancia
de los tiranos -la fiebre del militarismo
que nos pagan sangrando el corazón
con la misma espada que hicimos
CIUDAD
yo también soy obrero de dios
i que no se apague la lámpara de mi
camino
JUVENTUD
para el gran abrazo universal
que traerá sobre nuestros hombros
seis continentes con r u s i a