miércoles, 19 de diciembre de 2012

"LOS PROGRESISTAS DE COLONIA": ARTE REPRESALIADO DEL NAZISMO

elcorso.es, 30/11/2012

‘Zeitgenossen’ (1931) de Heinrich Hoerle

La obra de los dibujantes y pintores alemanes represaliados por los nazis durante el primer tercio del siglo XX, reunidos en el grupo denominado “Los Progresistas de Colonia”, pasará por Valladolid en una exposición única que indaga en la otra Alemania, la del arte y el pensamiento al margen del fascismo. En el Museo de la Pasión de la capital.



Se trata de una muestra que también es única en Europa, poco vista y que nace de la relación de estos artistas con el fotógrafo August Sander (1876-1964), que formó parte de esa asociación informal de artistas existente entre 1920 y 1933, prestó su estudio en Colonia (Alemania) para la celebración de reuniones y debates, por lo que pudo reunir buena parte de una obra que ahora custodia su nieto, Gerd Sander, comisario de esta exposición. Las piezas reunidas en Valladolid, hasta el 20 de enero, “tienen un mensaje altamente político”, razón por la cual “es difícil que tengan un público muy interesado: será cuestión de tiempo para que se acepten como grandes obras”, según el nieto.

‘Burgerkrieg’ (1928) de Gerd Arntz

Gerd Arntz (1900-1988), Heinrich Hoerle (1895-1936) y Franz Wilhem Seiwert (1894-1933) configuraron la terna más destacada de “Los Progresistas de Colonia”, a quienes los nazis consideraron autores del mal llamado “arte degenerado”, por el que persiguieron a sus creadores e hicieron desaparecer muchas obras en las mismas hogueras donde quemaron decenas de miles de libros.



El grupo tenía influencias del constructivismo, y el Neue Sachlichkeit, así como de la obra de László Moholy-Nagy, Fernand Léger y Theo van Doesburg. De 1929 a 1933, el grupo editó una revista teórica titulada ‘A bis Z’, donde los escritos y obras de arte de los miembros del grupo fueron publicados. El fotógrafo August Sander se sintió atraído por ellos, alineándose con el grupo a principios de 1920. Sander fotografió a la mayoría de los miembros del grupo.



Gerd Arntz fue uno de los cabecillas y sus obras influirían en el diseño del siglo XX; creó junto con el marxista Otto Neurath el Sistema Internacional de Educación tipográfico Isotipo. La idea era dotar a la clase obrera con un lenguaje visual universal de símbolos y pictogramas que les ayudará a comprender ideas complejas relativas a la política, la economía, la industria y la sociedad en general. En los últimos años están apareciendo bastantes de estas obras en Alemania, único lugar donde se han expuesto antes de desembarcar en Valladolid, acompañadas de estudios e investigaciones académicas para su puesta en valor, ha comentado Sander.


miércoles, 5 de diciembre de 2012

LOOPING por Juan Marín


[Biografía de Juan Marín aquí]


Juan Marín, en plena travesía
(foto: Memoria Chilena)


volando sobre 5000 metros
he querido hacer esta maiiana un looping
me acompañaba Saxofón
un negro pekinés que es mi mascota
y mi única preocupación
                        estaba tan hermosa la pista
tan límpida la decoraci6n
sin vientos sin neblinas
sin un solo temblor
                        vamos a trabajar un poco
viejo motor
vamos a divertirnos como antaño
con Marión
cuando pasaka junto a su ventana
disparándole un beso en medio roll
vamos a hacer el clown y que nos miren
las gigolettes del Orión
                         y cual si comprendiera se reía
                         brincaba retozaba el viejo avión
todo es cuestión de apresurar la marcha
y picar con amor
mientras la mano decidida y firme
abre a full el acelerador
                         cómo silba en los montantes el viento
                         cómo cantan las alas su canción
                         buena lluvia de agujas en la cara
                         y en los oídos la trompa lírica
                         de Nabucodonosor
están duros los comandos
la tierra se levanta hacia el capeaux
cual un tablero de ajedrez girando
en una fantasía de charlestón
la hélice se empeña en segar todas
las gavillas del sol
                         es el momento
se cimbra en su columpio el corazón
bien derechos los pies
                          la linea recta
la mano aprieta el botón
                          es un golpe
un golpe seco
                          y que los ojos no se cierren
cambia el telón
la máquina traza una ágil media luna
sin la menor vacilación
                          ahora
va ascendiendo en el espacio
como una burbuja o un electrón
es la montada, que hay que mantener
con valor
                          los ojos ven el cielo transparente
                          como un mar del Japón
el vacio nos fija en el asiento
en una fantistica presidn
ya está la miquina cruzando
la vertical
                          su voz
tiene la angustia de una cuerda tensa
la cuerda de un inmenso guitarrón
                          jadea el viejo Rolls-Roys
por el cristal del parabrisa
veo el rostro exoftálmico y atónito
de Saxofón
                          la mano
cierra ahora el contacto
apretando un botón
                           y aquello se asordina
                           como un verso
detenido el motor
queda un vaho de mrisica enredado
desde las alas al timón
firmes los pies en los comandos
vamos a dar la vuelta al Saxofdn
                           no sientes que algo gira
                           por encima o debajo
                           de los dos
aquel cerro tan alto
aquella nieve resbaló
los planos se deslizan en delirio
de una nueva dimensidn
la ciudad es la ruina de un tablero
de mah-jong
                           estamos en el aire suspendidos
                           de nuestro cinturón
                           el silencio nos lame las aurículas
                           en un dulce frisson
                           dejémosnos estar en este suelo
                           de nafta y Mobiloil
oh, con qué suavidad ha terminado su acrobacia
el plateado moscardón
                           ya está en la horizontal
abro contacto
                           y arranca a todas fuerzas el motor
eh viejo pekinés
te has puesto pálido
como un pierrot
                           estamos en 3000 oh cu6nto falta
                           para entrar al reino de Dios
la hélice risueña palmotea
en una infatigable ovación
le quebraremos el espejo
al dia
                           y que salte el tapón
de esta mañana de champagne rubia
como los rizos de Marión
aquella chica que nos hace tanto
tanto mal Saxofón
                           pero ya no es tiempo de bajar
piquemos y digamos adiós
                           abajo
todo igual estará siempre
la casa
            los tranvías
                                 Marión

lunes, 3 de diciembre de 2012

ANCLAS OPUESTAS por Luis Omar Cáceres


[Hablar de Omar Cáceres es hablar de Defensa del ídolo (1934), el libro que lo situó de manera definitiva en la mitología de la poesía chilena. Este libro, el único publicado por Cáceres y además prologado por Vicente Huidobro, es expresión poética de las corrientes más profundas de las vanguardias literarias, y sufrió desde el comienzo el sino trágico, incluso maldito, que acompañó a su autor durante su corta existencia. Apenas salido de la editorial, el poeta, enfurecido por la serie de erratas contenidas en el libro, juntó todos los ejemplares y los convirtió en una inmensa hoguera. De este destino sólo un par de ejemplares resultaron intactos, entre los cuales se cuentan los que hoy permanecen en la Biblioteca Nacional y que han sido los que permitieron las posteriores reediciones de esta obra. 

Cáceres, quien nació en Cauquenes el 5 de julio de 1904, comenzó a vincularse al ambiente artístico y poético en la agitada década de 1920, en que compartió con poetas como Pablo de Rokha y Ángel Cruchaga Santa María, al tiempo que comenzó a dedicarse a la crítica literaria, principalmente en el Diario ilustrado. Por esos años, además, Omar Cáceres se acercó al Partido Comunista, partido por el que llegó a ser precandidato a diputado. 

Incluído por Rubén Azócar en la antología La poesía chilena moderna (1931), y en la polémica Antología de poesía chilena nueva (1935) elaborada por Volodia Teitelboim y Eduardo Anguita, Omar Cáceres era un verdadero animal poético, poseedor de una lírica profunda y cuestionadora que, en una constante actitud de exploración y desintegración del Yo, se sumerge en múltiples referencias al propio quehacer del creador. Diversos estudios y notas de prensa se han ocupado de este poeta lúcido y refinado, hasta enigmático en ocasiones. 

Se ha vuelto común decir que los poetas suelen estar envueltos en un aura trágica, que suele acompañarlos durante toda su vida. Omar Cáceres, tal vez uno de nuestros malditos por excelencia, no estuvo ajeno a esta profecía autocumplida en que muchas veces se convierte la poesía, y encontró la muerte en circunstancias aún confusas en una zanja rural de Renca, con la cabeza rota y los bolsillo vacíos. A fin de cuentas, esa noche de septiembre de 1943 Omar Cáceres sólo continuaba creando su propio mito. 

En 2011, la Biblioteca Nacional adquirió una valiosa colección de documentos del autor, que incluye manuscritos inéditos, correspondencia personal y fotografías originales del autor.

(Tomado prestado de Memoria Chilena)]



Ahora que el  camino  ha  muerto, 
y  que  nuestro automóvil reflejo lame su fantasma, 
con su lengua  atónita, 
arrancando bruscamente la venda  de sueño 
de las súbitas,  esdrújulas moradas, 
hollando el  helado  camino  de las  ánimas, 
enderezando el  tiempo y  las  colinas,  igualándolo  todo, 
con su  paso acostado; 
como  si  girásemos  vertiginosamente  en  la  espiral  de  nosotros mismos, 
cada uno de  nosotros se siente solo,  estrechamente solo, 
oh,  amigos  infinitos. 

(100,  200,  300, 
miles  de kilómetros,  tal vez.) 
El motor se  aísla. 
La vida pasa. 
La eternidad se agacha, se  prepara, 
recoge  el abanico  que  del  nuevo aire le  regala nuestra marcha; 
en tanto que enterrando su osamenta de  kilómetros y  kilómetros, 
los cilindros  de  nuestro auto  depáranse  a  la  zona  de  nuestros propios muertos; 
he ahí a los antiguos  héroes  dirigiéndonos sus sonrisas de  altivos y  próximos espejos; 
más,  junto a  ellos,  también resiéntense, 
los rostros de nuestros amigos, 
los de  nuestros  enemigos, 
y  los  de todos los hombres  desaparecidos; 
nuestro  automóvil  les  limpia  el  olvido  con  el  roce  delirante de sus hálitos.
Como  esas manos de mármol  que  se  saludan  a  la  entrada de las tumbas, 
nuestro automóvil seráfico  ratifica  el  gran  pacto, 
que a  ambos lados  de la ruta,  conjuradas, 
atestiguan las súbitas,  esdrújulas viviendas golpeándose entre sí ... 

Ahora que el  camino  ha muerto, 
y  que nuestro automóvil reflejo  lame su fantasma,
con su lengua  atónita, 
como  si  girásemos  vertiginosamente  en  la  espiral  de  nosotros mismos, 
cada uno de  nosotros se siente solo,  indescriptiblemente solo, oh amigos infinitos!


Dinamismo de un auto por Luigi Russolo


sábado, 1 de diciembre de 2012

CANTO DE LOS HANGARES por Luciano Folgore

[Luciano Folgore era el pseudónimo del poeta italiano Omero Vecchi (1888-1966). Empezó a escribir muy joven cuando estaba estudiando contabilidad y en 1909 conoce a Marinetti y se une al movimiento futurista. En 1912 Folgore es incluido en la Antologia dei Poeti Futuristi. Colaboró en revista como L'Italia Futurista. Conoció a Cocteau y a Picasso. A partir de 1930 abandonó la escritura de vanguardia.]


Hemos estirado nuestros nervios de hierro al sol,
hemos arqueado nuestros espinazos metálicos,
y abierto a una ráfaga de alegría
la boca, que aspira a grandes sorbos la vida.
La noche no se reclina en nuestras espaldas
a la que al cielo empujamos
el silencio no erosiona nuestros sólidos armazones;
pero un soplo de energía late allí,
una cálida promesa de fuerza
que crece maravillosa.
Hemos lanzado sobre las mareas del cielo
más allá de los escollos de nubes
máquinas hechas con láminas
de fuerza de voluntad,
motores de valentía infinita
que destruyen los vientos
y palancas que elevan el perfil del hombre
muy por encima del destino humano.
Hemos besado en los atardeceres bermellones 
a nuestros hijos que retornaban
y les hemos oído jugar
con metal fulgente y ástiles de madera,
una gran fábula dorada,
las maravillas de un reino
que hace sus palacios encantados
de bloques tallados en azul oscuro.
Nos hemos entretenido en los bordes de la infinitud
Hemos lanzado al pueblo de las estrellas,
el ritmo del hombre rebelde
que marcha hacia un destino sublime
y, con grandes zancadas, se esfuerza
por plantar con firmes raíces
nuestra armadura en el sol.

(De El Canto de los motores)



Construcción de un movimiento (1923) por Ivan Alexeevich Kudriashev